domingo, 17 de octubre de 2010

Pequeño Relato

Era un triste día de Otoño. María como tenía por costumbre, salió a pasear por el bosque que había cercano a su casa . Llevaba así muchos años, recorriendo la ruta que en su día el hombre de su vida le jurara amor eterno bajo aquellos árboles que desafiantes miraban al cielo,siempre cogidos de la mano, felices, disfrutaban de su amor día a día. María se sentía feliz y afortunada, y nunca se imaginó, la mala jugada que el destino le tenía preparada.

Un día cuando más feliz se encontraba haciendo planes para el futuro, él no acudió a la cita como normalmente hacía,y en su lugar, en aquel árbol donde un día grabaran sus nombres con las letras entrelazadas, se encontró una escueta nota que decía ``perdoname pero tengo que marchar lejos de aquí´´y nada más ni una dirección ,ni el por qué de aquella improvisada decisión ni nada que pudiera darle alguna esperanza.

Ella que había caído en una gran depresión acudía a aquel árbol que tantos recuerdos le traía, y volvía triste, temiendo que llegara la noche y sufriera algunas de aquellas horribles pesadillas que padecía durante tantos años, Siempre era el mismo sueño, corría por el bosque como queriendo encontrar a aquel amor que perdió en su juventud, y en su loca carrera caía por un enorme precipicio, adonde se precipitaba volando sin encontrar nunca el fondo porque antes despertaba latiendo le el corazón con fuerza ¿pero por qué le latía el corazón? quizás por miedo o más bien lo que quería era acabar con aquella triste vida que tanto le atormentaba?

Un día salió mas tarde que de costumbre, ya la depresión había hecho mella en su salud,y cuando llegó a su árbol preferido se abrazó a él llorando amargamente ; no volvió a casa como de costumbre sino que fue adentrandose en el bosque sin percatarse que la noche se le echaba encima, unos negros nubarrones presagiaban una gran tormenta, pero ella siguió como buscando algo ;no sabia qué pero ni el crujir de las hojas secas bajo sus pies ni aquel impresionante búho que con sus ojos grandes y redondos la miraban fijamente, le hacia retroceder; y a pesar de que una bandada de murciélagos que con su torpeza tropezaban con ella, continuó su camino sin temerle a nada, solamente se inquietó cuando le pareció oír unos grandes pasos tras ella, no volvió la cabeza sino que aligeró la marcha: el chasquido de las hojas se hizo más intenso, de pronto se paró y aterrorizada de lo que tenia ante sus ojos, miró hacia abajo y allí estaba; el mismo abismo que aparecia en sus sueños , lo tenia delante, dudó unos instantes, pero convencida por su enfermedad mental, de que allí la esperaba alguien, intentó lanzarse al vacio, pero unas manos la sujetaron fuertemente por los hombros evitando la tragedia: ella al volver la cabeza vió a un hombre con las sienes plateadas y la cara surcada por el tiempo al que no reconoció, hasta que un relampago ilumino el paisaje y entonces al ver el brillo de aquellos ojos negros, fué cuando descubrió que aquel hombre era el que tanto tiempo habia esperado. Se abrazaron durante unos minutos y cogidos de la mano como siempre habian hecho, emprendieron la marcha de regreso; él hablaba sin cesar, seguramente dándole explicaciones de lo ocurrido; ella callaba le bastaba con percibir el calor de sus manos.A pesar de que la lluvia caía intensamente se detuvieron en aquel arbol que a los dos les traia tantos recuerdos y allí junto a sus nombres ya desdibujados por el paso del tiempo y por las lágrimas derramadas por ella tantas veces, volvieron a grabar sus nombres pero esta vez inscrustados en la madera para que no se borraran jamás .Nunca ella le mencionó nada, ni una pregunta, ni un reproche ni una mala cara. El habia vuelto y ella era completamente feliz.