jueves, 27 de enero de 2011

Oficios perdidos


Continúo con las temporadas que pasaba con mis abuelos. Como decía anteriormente gustaba mucho el día que se hacía el pan. Desde temprano mis tías se ponían a ``cerner´´ la harina con un cedazo muy fino; para que la harina no llevara ninguna impureza, la mezclaban con el agua, la sal y la levadura que también se hacia en casa para que fermentara y entonces me daban a mi una poquita de masa para que yo me hiciera mis panecillos y roscas; a mi me encantaba trabajar aquella masa tan blanquita, después se le hacían unos cortes al pan, se pinchaban con un tenedor y la fantasía de cada una para que salieran diferentes. Mientras duraba el proceso de fermentación, Juan Escarapelas ( que así se llamaba el señor que se encargaba del molino de harina, que también había en la finca donde no faltaba el trigo para moler, separando antes el salvado que le llamaban allí a la cascarita que envuelve los granos, y que se utilizaba para los animales. Como digo, este señor Juan se ocupaba de tener el horno a punto para cocer el pan, cosa que hacia él, y a mi me gustaba bajarme a la cocina que había para estos y otros quehaceres porque me contaba cuentos y anécdotas de su vida mientras salia el pan del horno, y que algunas vez se quemo el mio por ser tan chiquitito. Este señor no tenia hijos y vivía también allí con su mujer, en una casita que había junto a este molino; frente a este estaba el huerto, donde se criaban todas las verduras y hortalizas para la familia y todo el personal que trabajaba con mis abuelos. Otro día continuaré con más vivencias porque como aquello era tan grande y había tantas actividades hay para varios post