2018. Se
nos está marchando este año que nos ha
traído de todo. Lo malo siempre deja huellas, pero hay que llevar la enfermedad, o lo que te
toque en la vida, con esperanza y resignación.
De todo esto, nos da una gran lección Paqui, esa hija que después de leer el libro que ha publicado, me da la sensación de que me he encontrado con otra hija, pues aunque yo sabía de sus virtudes, en esos capítulos tan emocionantes, han hecho aflorar tanta fuerza, generosidad, valentía y tantos adjetivos como están dedicándole todos los medios de comunicación, y toda persona que lee el
libro, que yo soy la primera en sentirme asombrada.
De todo esto, nos da una gran lección Paqui, esa hija que después de leer el libro que ha publicado, me da la sensación de que me he encontrado con otra hija, pues aunque yo sabía de sus virtudes, en esos capítulos tan emocionantes, han hecho aflorar tanta fuerza, generosidad, valentía y tantos adjetivos como están dedicándole todos los medios de comunicación,
En esa travesía del desierto, como ella llama al tiempo que
tuvo que dedicar a la aceptación de su enfermedad, yo veía que no se dejaba
ayudar por la familia, cosa que me desconcertaba, sin darme cuenta de que solo
trataba de superarse ella misma. Recuerdo el primer día que descubrí que ya
usaba el bastón; íbamos a la peluquería, ella marchaba delante por la acera que era estrecha para las dos, seguramente
quería demostrarme que ella todavía podía, pero a la altura del hotel “Los
Jándalos” a medio camino, lo saco del bolso,
yo no sabía qué era, pues lo llevaba doblado, pero al darme cuenta de que
tenía que usar bastón blanco para sus desplazamientos, sentí un pesar muy grande
;no le dije nada, seguimos andando, pero a mí las lágrimas me rodaban sin querer
que ella se percatara, pues nunca quiso que nadie sintiera pena por ella.
Hoy desde aquí le diría tantas cosas…… pero solo puedo decirle «Te quiero» valiente.