jueves, 23 de abril de 2020

El valor de un beso


¿Qué cuánto vale un beso? Eso habría que preguntárselo a los abuelos y abuelas, quienes en las residencias están viviendo un calvario, como es asistir al drama de ver cómo se van  tantos compañeros sin poder despedirse de los suyos. Seguro que darían lo poco que les quedara de esa vida que se les escapa por momentos, si antes pudieran abrazar y besar a sus nietos. Al otro lado, los nietos están en casa, esperándolos, con toda la ansiedad que un niño puede sentir. 

Esta pandemia se está haciendo muy larga tanto para los ancianos como para los jóvenes, todos recluidos en casa, agotando las iniciativas propuestas para estos días. Ya se llama menos por teléfono, se mandan menos chistes y tonterías por el guasap..Todo esto tendremos que dejarlo para cuando pase esta catástrofe, si aún nos queda algo por comentar al respecto. Mientras tanto hay que resistir. ¡A resistir, valientes!

A esas amigas que me llaman contándome las ganas que tenemos todas de vernos en los célebres cumpleaños de los sábados. Hasta entonces......a resistir. ¡A resistir valientes!

miércoles, 22 de abril de 2020

Escucha tu interior




Hoy termino de leer el libro de Prem Rawat titulado “Escúchate”. En él se habla mucho del ser humano y sus posibilidades de ser feliz; también de la divinidad, de la esperanza, la paz interior, el amor e infinidad de otras cosas, todas ellas dirigidas al corazón así como al interior de toda persona. 

Es un libro muy bonito y distraído por sus breves cuentos y anécdotas, poemas, citas proverbios, etc… En mi humilde opinión este libro debería leerse más de una vez y en cada capitulo pararse a meditar y reflexionar, ya que todas sus paginas invitan a ello. Yo lo he leído muy rápidamente, como es mi costumbre siempre que leo algo, para después releerlo y empaparme bien de su contenido.

sábado, 18 de abril de 2020

Mirando las nubes



Después de un mes confinada, sin ver el sol, por fin hoy este ha hecho acto de presencia. Por la mañana se anunciaba un día espléndido; yo, cansada como estaba del encierro forzoso que todos estamos sufriendo, me lancé a un rincón del jardín donde pude disfrutar del sol, tan necesario para la salud. Cuando más entretenida estaba leyendo un libro, alcé la cabeza y a lo lejos por el noroeste, atisbé unas nubes blancas que se acercaban con rapidez, formando una gran masa que se iba desintegrando apareciendo una especie de rebaño de ovejitas que pasaban todas juntas hacia el sur. Fue bonito mientras duró, porque pasó a convertirse otra vez en masa compacta, ocultando el sol y teniendo que volver al cautiverio otra vez.  

Esto que estamos pasando sirve para apreciar más cualquier cosa por simple que sea. Todo nos parece más maravilloso, una simple nube, un rayo de sol e incluso un saludo afectuoso de un vecino, que hasta ahora apenas habíamos hablado con él. Pidamos todos que esto acabe pronto y volvamos a la normalidad, si por normal entendemos correr y correr buscando una vida mejor sin darnos cuenta que ya la teníamos. 

miércoles, 8 de abril de 2020

Entre rejas no veo ni el sol.



Con este título, da la impresión de que estoy prisionera; pero no, no es así. Me han dicho que estoy confinada. Yo, a través de la ventana de mi habitación, lo que veo pasar son los dias, muy lentamente, unos con nerviosismo, los más con un sentimiento descorazonador que realmente no sé muy bien explicar. Lo que sí es que me siento como inútil cuando veo la cantidad de gente que está movilizándose alrededor de esta pandemia. Debemos dar las gracias a todas esas personas, especialmente a los médicos y todo el personal sanitario que exponen diariamente su vida para salvar la de otros. 

Me siento afortunada en mi confinamiento pues aquí yo también tengo un médico y una enfermera que me cuidan con esmero, más bien que me miman. Pero a pesar de todo, añoro muchas cosas; una de ellas es el sol pues desde que me vine de Granada parece estar también con la cuarentena pues apenas asoma tímidamente, tras una nube, se vuelve a esconder, como temiendo algo. 

Ahora mismo parece que el día ha mejorado; hasta donde alcanza mi vista los árboles agitan con fuerza sus ramas, señal de que el viento ha hecho presencia. Así que es lo que tenemos, otro día más sin tomar ni el sol ni el aire. 

Hasta que esta situación pase, pues miraré por la ventana… y miraré las nubes, me gustan más que las musarañas, esperaré al menos a que venga un pajarito a canturrearme y lo disfrutaré con la mayor de las alegrías.