martes, 12 de mayo de 2020

Calles vacías


Parece que el coronavirus lentamente va alejándose. Los más pequeños gozan del tan deseado paseo. Daba una alegría inmensa ver (en la tele) a los niños de varias edades con sus juguetes en la calle. Al principio se les notaba como un poco de miedo, pero pronto echaban a correr olvidándose de ese “bichito” que estaba en el aire, como decían los más pequeños. 

A los mayores, parece que también nos han dado permiso para pasear un ratito pero en la calle hay como miedo en el ambiente; no hay mucha gente y la que hay, se la ve con prisa, como con ganas de llegar a casa; y es que tantos días encerrados hacen mella en el cuerpo y en la mente. 

Si en una ciudad pequeña se contempla con tanta tristeza las calles y las carreteras vacías de gente y coches, debe ser peor en las grandes capitales, acostumbrados como estamos a ese bullicio incesante, a ese ir y venir, a ver colas interminables a las puertas de cines y teatros. 

Tengo en mi retina aún la desagradable imagen de los sanitarios de primera linea enfundados en sus trajes, atendiendo a tantos enfermos. Al principio, a mi aquello no me parecía real sino más bien una película de terror, como las que ponen en la tele. Incluso soñaba con ello y cuando despertaba me ponía muy nerviosa, con un toque de ansiedad. Esperemos con fe que todo pase.