miércoles, 8 de abril de 2020

Entre rejas no veo ni el sol.



Con este título, da la impresión de que estoy prisionera; pero no, no es así. Me han dicho que estoy confinada. Yo, a través de la ventana de mi habitación, lo que veo pasar son los dias, muy lentamente, unos con nerviosismo, los más con un sentimiento descorazonador que realmente no sé muy bien explicar. Lo que sí es que me siento como inútil cuando veo la cantidad de gente que está movilizándose alrededor de esta pandemia. Debemos dar las gracias a todas esas personas, especialmente a los médicos y todo el personal sanitario que exponen diariamente su vida para salvar la de otros. 

Me siento afortunada en mi confinamiento pues aquí yo también tengo un médico y una enfermera que me cuidan con esmero, más bien que me miman. Pero a pesar de todo, añoro muchas cosas; una de ellas es el sol pues desde que me vine de Granada parece estar también con la cuarentena pues apenas asoma tímidamente, tras una nube, se vuelve a esconder, como temiendo algo. 

Ahora mismo parece que el día ha mejorado; hasta donde alcanza mi vista los árboles agitan con fuerza sus ramas, señal de que el viento ha hecho presencia. Así que es lo que tenemos, otro día más sin tomar ni el sol ni el aire. 

Hasta que esta situación pase, pues miraré por la ventana… y miraré las nubes, me gustan más que las musarañas, esperaré al menos a que venga un pajarito a canturrearme y lo disfrutaré con la mayor de las alegrías.